Tarde de Domingo

Una exposición de Fabiola Burgos en Local Arte Contemporáneo · Mayo–Junio 2021

Texto Carolina Arévalo

En el contexto de la segunda ola del feminismo, Rosika Parker escribiría The Subversive Stitch, un texto pivotal en el posicionamiento del textil como un arte radical y feminista, donde lo reclama como medio histórico de las mujeres, concretizando la premisa lo personal es político en las estéticas –y en las materialidades– de lo tradicionalmente doméstico.1 Medio siglo después, Fabiola Burgos (Osorno, 1984) en Tarde de Domingo reflexiona sobre la esfera de lo privado pero se apropia de los materiales de su contemporaneidad, comunes en su uso, historiográficos en sus lógicas de circulación, desechables, baratos. Se reapropia también de una manufactura latina, tensiona su procedencia, china como chilena, pública como doméstica, lujosa y barata. Estructuras que encarnan un sistema económico y social que define al artista en oposición al artesano en un gesto de validar la propia identidad.

La división entre arte y artesanía está basada en función, material, contenido intelectual, clase, género, como también la construcción de un sistema económico y social que define al artista en oposición al artesano. En la obra de Burgos, la artesanía tradicional ofrece un modelo diferente de identidad artística. Son relaciones abiertas, esculturas estructuradas en ritmos de tejidos tradicionales, que a su vez acercan la dimensión de lo íntimo, de un oficio doméstico, que subyacen bajo el lenguaje visual articulado en un material desechable, sintético e impermanente. La selección del medio se vuelve especialmente relevante si nos permitimos, entonces, reflexionar sobre la obra de Burgos desde la perspectiva de la cultura material, entendiendo sus creaciones como artefactos que expresarán dimensiones culturales. Jules David Prown, en Mind in Matter,2 propondrá algunas categorías de valores que asignamos a los artefactos. La creencia cultural más obvia asociada con los objetos tiene que ver con el valor intrínseco del material, a su rareza y disponibilidad. En la serie de obras exhibidas, la cinta de regalo se presentará como materia prima, que a su vez, forma parte de la economía doméstica de la artista. La cinta es trama que explora diferentes técnicas de tejido; la exquisitez3 reside en la economía de los recursos visuales –que Kandinsky llamaría aquí polifonía– y la maestría de una técnica que se adueña de un material que representa lo barato, lo desechable, lo efímero, lo efectista. 

Por otra parte, Prown sostendrá que también será valiosa la representatividad y la veracidad de un artefacto; los que son utilizados por una sección transversal de la población son una fuente de información más representativa de una sociedad y funcionan como índices culturales que nos informan relaciones políticas y económicas encarnadas en el material. Discutir que comprendemos por materia prima en un contexto definido por las políticas de la distribución y acceso de bienes y materias primas, resulta al menos complejo; la obra de Burgos funciona como una rasgadura, una breve iluminación o destello que nos permite comprender, desde la intuición y lo sensible, lo que el raciocinio y la abstracción no logran representar o traducir. La cinta de regalo es un material importado, barato, con alta circulación por el valor simbólico asociado al rito del regalo, accesible para distintos tejedores en América Latina, híbrido en su procedencia, ya que evidenciará las relaciones económicas, de importación y exportación de bienes con China pero terminará de ser producido acá, en Santiago de Chile, por un productor local en San Miguel. Sus posibilidades cromáticas estarán anudadas en la temporalidad dictada por el mercado local del rito del regalo. Los verdes y los rojos serán más abundantes cerca de la pascua, mientras que los beige y azules cerca del día del padre. 

Esta serie nace de una investigación que la artista realiza en Ciudad de México en 2018, donde pudo observar la manera en que mallas son tejidas como artefacto para la seguridad, y a su vez como cortaviento, y su repercusión en los límites territoriales de lo público y lo privado: “Este tejido anónimo en la ciudad se genera en condiciones muy distintas al cómo se desarrolla asociado a una pertenencia cultural, es fabricado exclusivamente por hombres, es por encargo, es funcional y es remunerado, lo que evidencia la asimetría estructural en la ciudad moderna entre el lugar de los hombres y el de las mujeres, el espacio público y el espacio privado.” (Fabiola Burgos, 2018)

Burgos se reapropia de una técnica de tejido, ejecutada por hombres en el espacio público, por encargo y remunerada. Son tejedores anónimos, en donde el oficio y su repetición se en la lógica transacción–capital, y no uso–tradición, o incluso, amor. La artista observa, aprende, se apropia y perfecciona la técnica; a diferencia de obras previas a esta serie, la técnica empleada no proviene de su tradición cultural más personal. 

Los procesos de producción indagan en las preocupaciones estéticas desde diferentes aproximaciones, en donde la práctica del tejido es un acto que conecta lo popular, con lo doméstico, con las referencias a la artesanía, que a su vez están en diálogo a las circunstancias históricas específicas de su creación. Lo popular forma parte de la contemporaneidad en su preocupación por la diversidad, donde coexisten temporalidades distintas. En lo popular, las tradiciones están vivas y se van modificando a medida que la comunidad las aprueba o no. 

Los patrones evocan imágenes comunes del hogar, del tejido, de los bordados, de la cestería, del dominio de lo privado. Me interesa referirme aquí a las imágenes de lo doméstico, de lo común, de lo popular, encarnadas en Aceite de oliva. Las flores son símbolo de lo mundano y se encuentran en todas las formas de lo doméstico: en las sábanas, en la ropa interior, en los manteles, en las cortinas, en los productos de higiene y de limpieza. La pregnancia está determinada por su presencia en bienes de toda índole. Ha sido representada en múltiples técnicas y su reiteración la hace poseedora de una universalidad como símbolo, en contraposición, por ejemplo, al Choique, que pertenece al mundo de lo sagrado, de lo local y de lo específico. 

Burgos transforma la retícula en un soporte virtual que contiene y permite diferentes variaciones modulares en la relación entre figura y fondo, enfrentándose a fenómenos lumínicos que van cambiando según la hora del día, su posición en el entorno y los distintos ejercicios de montaje que va dictando el lugar. La luz indirecta natural–especialmente de tarde–, exacerbará la profundidad cromática y matemática. 

La duplicidad de la imagen, se modifica por el fondo, por el contexto, que vibra, es lúdico y pone en jaque la preponderancia de la figura en pos del fondo. La amplificación de verticales y horizontales por el brillo del material y la extensión de la grilla, dan lugar a otra cualidad cinética, una diagonal, dada por el gofrado de la cinta. Le otorga un sentido al brillo del plástico, una puesta en movimiento y la vibración es aumentada. 

En Aceite de Oliva hay una articulación del sutil, sensual color, donde amarillo o gris tienen valores similares. La figura adquiere mas brillo en los planos de color sólido, donde largos flote de trama estructuran un brocado que se comportará como satín. La textura del bajo relieve en las áreas de color sólido, develará dos ocres, uno mas verde y oscuro–la oliva–, asociado a la trama, y otro más dorado, cálido y luminoso–el aceite–, asociado a la urdimbre. La variación perceptual se intensifica cuando cambia la dirección en el tejido. El gris plata tiende al azul y se intensifica en el centro de la composición, pero en los interiores listados tienden al lila, al damasco. La cualidad táctil ofrece una invitación a contemplar la textura dada por la diferencia y repetición, expandiendo la naturaleza material enraizada en un oficio que emerge del contacto directo entre mano y materia. 

La reiteración matérica de la cinta regalo a lo largo de toda la muestra es discursiva, y pone a Cuña III como un acento por oposición, que sigue repitiendo la evocación del hogar. Este obra es dialéctica en relación a una escultura hecha en 2012, y reiterada en varias ocasiones. Es una rectángulo de una madera que encontró en la calle, que tiene un corte para ser cuña, pero el lugar del corte no es donde se cortan las cuñas. No hay aprovechamiento de la madera y requirió mas trabajo del necesario para ser una cuña; “eso me pareció que era increíble”, dice Burgos. 

Entonces repite el gesto, un corte complejo, hecho con serrucho y no máquina, luego lijada y suavemente pulida: esculpir la madera. Madera de alerce, la más cara posible, teñida con aceite quemado, el insumo mas efectivo y barato para pintar la madera en los climas de lluvia. Pero hacerlo en la madera mas cara posible que es la madera de alerce. La cuña indicará el molde y el vacío, la evidencia del vaciado en la escultura doméstica. El molde de latón es matriz de reiteración de la galleta, hogar y harina, un material barato, también descartable, pero que monopoliza la morfología de la expresión mas cariñosa y doméstica en la comida. 

  1. Parker, R. (1984). The subversive stitch. Women’s Press.
  2.  Prown, J. D. (2001). Art as evidence: Writings on art and material culture. New Haven: Yale University Press.
  3.  Del lat. exquisītus, participio perfecto pasivo de exquiro que significa buscar, indagar, cazar.

Diseño: Felipe Mujica

Impresión Risografía: WUN Ediciones

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